sábado

El Elefante Negro





Hoy he visto como arrasaban los campos de trigo que dan de comer. Como un elefante negro pisaba el mundo dejando cadáveres tras de sí. El elefante camina con terror en sus ojos. En su mente se enfrenta el odio de las personas y el amor de los hombres. Confuso, ni mira ni piensa a donde llegará, y arrasa con sus patas de fuego ardiente. La gente lo observa aterrada y huye despavorida. No hay lugar donde mirar y no verlo. El elefante nos corrompe y nos abate con sus colmillos de marfil carmesí, enrojecidos por la sangre de aquellos andantes del pasado que intentaron mejorar un mundo de huellas, que no saben a donde ir  ni adónde llegarán. No hay cultura a la que los ojos del grandioso mamífero no atemorice, ni lugar donde no oír su rugido. Un rugido sin principio ni final; un auguro de silencio para todos aquellos que lo escuchan.
¿No lo han visto? Está por doquier. En todo elemento aparece el animal negro como el carbón avisándonos de un porvenir trágico. Su odio es imparable, y sus pasos al son del tambor del juicio final, nos impiden oír el sentido de nuestra existencia. No corran, ni caminen ni se queden quietos. No lloren ni se lamenten. El elefante negro llegará y nos comerá a todos sin excepción ni privilegio.







Fco. Borja Rossich Darder

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