domingo

Yshckloi I




-Ya hemos llegado- dijo el joven Cristian.
-Amo este lugar- afirmó sonriente la bella Danielle.

Un elegante paisaje se erguía ante sus miradas. Una pequeña colina verde, con un riachuelo que irrumpía en él como la lanza en carne viva. Un árbol sirvió de sombrillas para aquellos jóvenes. Un árbol gigantesco que, con la luz del sol, parecía tener una tono azulado en su follaje. El chico, ansioso por refrescarse, fue a meter los pies en el riachuelo, mientras Danielle le observaba apoyada ya en el tronco. No es recomendable meter pie alguno en agua durante la primavera, pues aunque prime el sol y la luz acalore nuestros cuerpos, no deja el agua de estar fría, como recuerdo del invierno que recién terminó. Al mismo tiempo que zambullía sus piernas en el río, su cara de alegría se tornó de espanto y corriendo, tal como había entrado, sacó las piernas del agua, mientras la joven Danielle rompió en carcajadas al ver aquella situación tan cómica. Cristian volvió al árbol, sacó del bolsillo de su camisa una pitillera y se encendió un cigarro.

-¡Qué haces fumando!- dijo Danielle sorprendida. Él le miro con cara de interesante mientras, patosamente, encendía el cigarrillo.
-Ya soy mayor, si puedo ir a la guerra puedo fumar. Soy un hombre hecho y derecho y una mujer no puede reprocharme. Al menos no hasta que me case- dijo en tono burlesco sin quitar esa sonrisa maliciosa de su cara.
-Apuesto a que no eres capaz de repetirlo delante de tu madre- respondió sonriente Danielle.
- No, seguramente no fuese capaz, lo admito. Pero cuando vuelva del frente, seré alguien respetable en el pueblo y no creo que nadie, ni siquiera mi madre, pueda reprocharme el fumar- dijo Cristian.
-No entiendo como no temes ir a la guerra,… a mi me daría pavor- susurró Danielle con tono ausente.
-Por eso las mujeres no luchan, es obvio que el varón es más val… - Danielle golpeó el hombro de Cristian mientras el reía.
-No me gusta que hagas estas bromas, no es que me de miedo es que…
-Shu. Shu…- le hizo callar Cristian.-No creo para nada que la valentía sea una virtud. Es imposible no tener miedo. El miedo es parte del ser humanos. No sé si has oído nunca la triste historia de Yshckloi…
-No, no me suena de nada-respondió Danielle.
-Bueno, si no eres de por aquí dudo que te suene. No es valiente el que no teme. Si no, el que una vez siente temor, sabe afrontarlo de la forma más cauta posible, y siendo cauto se es cobarde, pues no existe entonces valentía pura en ningún ser de este mundo…-dijo con tono poético y misterioso intentando asombrar a la muchacha.
-Déjate de palabrerías Cristian, deja de hacer el tonto y cuéntame la historia esa que has mencionado- dijo mientras apartaba con la mano el humo del pitillo que tanto le incomodaba.
-Bueno, yo si quieres te la cuento. Pero te aseguro que nada tiene que ver con la valentía-.
-¿Entonces por que la mencionas?- pregunto Danielle.
-Nunca va mal hacerse el interesante, ¿No crees?
-Sin embargo, a mi me dejas con la intriga de saber que pasa con “Iclosi…- dijo sin saber Danielle.
-Yshckloi, Ysh-ckloi. Es el nombre de un ser que habitaba por aquí cerca. No muchos recuerdan ya ese nombre, y los que lo recuerdan ya están muertos o cerca están de morir- dijo con tono sombrío el joven.
-Sin embargo tu estás aquí, vivito y coleando…-
-Bueno Danielle, vas a dejarme que te cuente la historia o me vas a interrumpir- dijo enfadado. Danielle agachó la mirada, observando de reojo la ligera sonrisa en el rostro de Cristian, algo, que siempre le hacia  sentir bien cuando estaba con él, un pequeño detalle de la vida que, quizás, le hizo fijarse demasiado en él.
-Cuenta la historia…

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